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México tiene capacidad de innovación pero no de ejecución y confianza: Tatiana Fiordelisio, investigadora de la Facultad de Ciencias

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A cinco años del inicio de Covid-19

México tiene capacidad de innovación pero no de ejecución y confianza: Tatiana Fiordelisio, investigadora de la Facultad de Ciencias

por Susana Paz

Ciudad Universitaria. Cd.Mx.-  Durante el confinamiento en 2020 un equipo de investigadores y estudiantes de la Facultad de Ciencias acudió diariamente al Laboratorio Nacional de Soluciones Biomiméticas para Diagnóstico y Terapia (Lasbiodyt) para desarrollar un biosensor para la detección del virus SARS-CoV-2 causante de la enfermedad de Covid-19 que fuera accesible, económico, rápido y de alta eficiencia, hecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El primer caso de Covid-19 en México se confirmó el 27 de febrero de 2020, se trataba de un italiano de 35 años que vivía en Ciudad de México. Desde el 31 de diciembre de 2019 China había anunciado que en la provincia de Wuhan había surgido un brote de neumonías de etiologías desconocidas. Para el 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró una pandemia tras el incremento de personas con la enfermedad y casos importados fuera de China.

Pocos días después, el 18 de marzo, en México se registró la primera defunción ocasionada por el nuevo coronavirus y con ello el inicio de una de las mayores crisis de salud mundial de los últimos tiempos. 

Según datos de la Secretaría de Salud federal, durante la pandemia hubo 7 millones 633 mil 355 de casos de Covid-19 confirmados y 334 mil 336 fallecidos a causa de la enfermedad. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) registran que en el periodo de la pandemia en México ocurrieron 801 mil 342 muertes en total en ese periodo.

La OMS dio a conocer que la pandemia acabó con casi una década de avances en la mejora de la esperanza de vida en solo dos años. Entre 2019 y 2021, la esperanza de vida mundial se redujo en 1,8 años, hasta los 71,4 años (un retroceso al nivel observado en 2012). De modo similar, la esperanza de vida sana a nivel mundial se redujo en 1.5 años, a los 61.9 años en 2021 (también un retroceso al nivel observado en 2012).

Al inicio de la pandemia el equipo del Lansbiodyt llevaba más de cuatro años trabajando en un sensor versátil de biomoléculas que hacía posible la detección de diversas moléculas como glucosa e insulina —para diagnosticar diabetes—, anticuerpos, hormonas, entre otros, del cual tenían una patente registrada en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI).

Debido a su versatilidad y ante la emergencia de salud el equipo encabezado por la doctora Tatiana Fiordelisio Coll, investigadora de la Facultad de Ciencias, decidió trabajar la misma línea en un biosensor que sirviera para detectar este coronavirus de manera barata, rápida y segura, sin necesidad de utilizar los instrumentos y elevados costos que implican otras pruebas como la de reacción en cadena de la polimerasa (PCR, por sus siglas en inglés).

A cinco años del primer caso en México, Fiordelisio Coll la investigadora que lideró el equipo de más de 30 científicos habla de los que, a su consideración, son los aprendizajes y lecciones que dejó la pandemia, refiere los retos y desafíos que la comunidad científica enfrenta y explica los desarrollos en que actualmente trabajan en el laboratorio nacional.

En principio plantea que el Covid-19 llegó para quedarse, igual como ocurrió con la influenza. No en la misma escala, pero sí ahora sabemos que se presenta en cada invierno con registros considerables de ambas enfermedades.

Abrir camino a la innovación

A la fecha en el Lansbiodyt se han realizado más de 45 mil pruebas de detección de SARS-CoV-2 bajo la técnica de RT-qPCR, la cual proporciona resultados en menos de 24 horas a un costo accesible. Los especialistas de Lansbiodyt hacen la toma de pruebas los lunes, miércoles y viernes en la sede del Laboratorio ubicado en la Facultad de Ciencias.

P.- ¿Qué es lo que nos dejó la pandemia de Covid-19?

Tatiana Fiordelisio: Considero que Covid y la pandemia nos dejó ver, otra vez como en las tragedias o como los temblores, la enorme capacidad que tenemos como sociedad de organizarnos, de reaccionar, y en este caso le tocó al área científica. Fue enorme la rapidez con la que se generaron vacunas, pruebas de diagnósticos, hipótesis de si era contagiado por aire o no, de si había que usar cubrebocas o no, y se montaron capacidades. Eso nos deja ver que, en realidad, si no tuviéramos una respuesta siempre de reacción ante algo que ya está sucediendo, deberíamos implementar nuestra capacidad de prevención.

De los aspectos más importantes que debemos aprender es que tenemos la capacidad, nada más hay que ejecutar cosas que nos permitan prevenir. En ese sentido, nosotros con el biosensor nos dimos cuenta que, debido a la rapidez con que iban las cosas y las pruebas que iban surgiendo, México tampoco estaba preparado para abrir un camino a la innovación hecha en casa. No nos pasó solo a nosotros en el laboratorio, sino a la vacuna patria que llevaba todo el impulso del estado, del Conahcyt, y que no hemos usado.

También le sucedió a los ventiladores que llevaban todo el impulso estatal; tampoco los hemos usado. ¿Por qué? Como dije en ese momento y lo repito ahora, México no tiene un camino claro para validar y aceptar su innovación. Entonces hacemos que todas las cosas de innovación y las que son nuestras pasen como si fueran de una farmacéutica y eso no es viable.

P.-¿Cuál sería entonces uno de los mayores aprendizajes?

Tatiana Fiordelisio: Lo que aprendimos nosotros es, uno: que tenemos la capacidad de respuesta. Dos: que nuestro biosensor sí sirve, que el desarrollo está bien hecho. Lo que ahora estamos haciendo es adaptarlo a otras detecciones, vamos a hacer un biosensor para virus de papiloma humano (VPH), porque en México se mueren nueve mil mujeres de cáncer cervicouterino al año, y otra vez, es algo absolutamente prevenible. 

Entonces, qué aprendimos, que podemos reaccionar, que podemos aportar a la sociedad y a México y eso es en lo que estamos trabajando. Seguimos haciendo prueba de Covid tres veces a la semana. En total hemos hecho 45 mil desde que empezó la pandemia.

Aprendimos que tenemos que ponernos más las pilas, porque esa capacidad que nosotros montamos para poder hacer estos diagnósticos, la podrían haber hecho muchos, pero no lo hicieron. Y eso nos deja mal como país, porque en un momento de crisis tienes que responder.

P.-¿Cuáles son los obstáculos para que un desarrollo se materialice?

Tatiana Fiordelisio: Hay obstáculos que están muy bien ubicados que tenemos que trabajen en ellos y que tienen que ver con lo que sucede cuando tú tienes ya un prototipo, que es una validación de una idea, pero en un estado que no puede ser consumido por la sociedad, por ello es que para que la gente pueda usar nuestro biosensor hay un camino que nos ha llevado muchos años.

El primer prototipo lo tuvimos en 2016, cuántos años llevamos en que pueda ser usado y para llegar a eso se necesita mucho dinero.

El biosensor que tenemos es muy versátil, el mismo casete que estábamos usando para Covid-19 ahora se está adaptando para VPH, el lector está muy bien. Acabamos de hacer una colaboración con el área de Diseño Industrial de la Facultad de Arquitectura, es algo que no habíamos hecho aquí en la Facultad que nos faltaba, sobre cómo lo va a usar la gente, cómo será la presentación, la cajita, dónde van a poner su dedo; justo estamos hoy probando la versión final para uso público.

Para eso tuvimos que involucrar otros actores, diseño industrial, mercadotecnia, modelos de negocio, inversionistas, que es ese camino que no lo tenemos tan claro y en donde hay mucho qué trabajar.

P.- ¿Como científica, bióloga y como parte de la sociedad qué es lo que aprendió en esta pandemia?

Tatiana Fiordelisio: Como científica y bióloga creo que no hicimos bien nuestro trabajo, la sociedad necesitaba explicaciones, entender qué estaba pasando, y nosotros seguimos en nuestro dialecto interno. Sí se hicieron algunos esfuerzos, pero fueron tan pocos que la gente pensaba que la vacuna tenía un chip, entre una serie de otras cosas de desinformación. Y no logramos coordinar un esfuerzo central que nos permitiera incidir en la gente, en los mercados y eso es un aprendizaje que hay que tomar en cuenta.

También debemos aprender que muchas de las decisiones que se tomaron se hicieron por miedo a ser juzgados externa o mundialmente. Nosotros siempre dijimos que era mejor hacer muchas pruebas de tamizaje que pruebas de PCR muy específicas, porque además son carísimas, pero no se hizo así y se decidieron hacer pocas muy certeras, pero eso fue una decisión basada en ser juzgados internacionalmente.

Lo demás es que se respondió como se pudo, sobre la marcha, finalmente hay muchos parámetros que sopesar, el económico, el social, el de la salud, pero también dejó ver la crisis que hay en el sistema sanitario, que no había camas, oxígeno y esperemos que ahora haya cambios en el sistema de salud con el nuevo gobierno.

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P.- ¿Cuáles son los caminos que la ciencia debe transitar para mejorar las capacidades de respuesta a eventos como este?

Tatiana Fiordelisio: Todos los problemas que hay actualmente, en todos los ámbitos, no sólo en salud, sino en energía, cambio climático, biodiversidad, etcétera, son problemas que no van a ser resueltos si no hay interdisciplina, porque tocan muchos temas de muchas áreas. No obstante, también sabemos que la interdisciplina se ha desvirtuado al dividir los expertises en lugar de trabajar juntos. En Lansbiodyt trabajamos todos, viendo cómo arreglar un problema, por ejemplo, el tema del lector y todos, desde el área de física, biología, matemáticas, abordan el mismo problema desde diferentes puntos de vista, y ahí radica lo valioso de trabajar de esta manera, además de que te da una perspectiva más amplia.

La realidad es que sí podemos, tenemos la capacidad, pero hay que confiar y ejecutarla, lo que hay en general es un problema de confianza.