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Identifican comunidades de aves en la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel

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Identifican comunidades de aves en la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel

por Susana Paz

Ciudad Universitaria. CDMX. 20 de abril de 2022.- Durante dos años Mariana Figueroa Aquino, entonces estudiante de la licenciatura de Biología de Facultad de Ciencias (FC), llegaba a las seis de la mañana a la reserva ecológica del Pedregal de San Ángel en Ciudad Universitaria, para realizar observaciones en ocho zonas, incluyendo El Molotito en la FC, para identificar las redes planta-ave. 

Equipada con sus binoculares y una guía de identificación, pudo registrar el número de aves y la relación que establecen con la vegetación y compararlas entre zonas de conservación y las sujetas a restauración. 

Los resultados los plasmó en su tesis de licenciatura denominada Estructuras de la comunidad de aves y redes planta-ave en zonas conservadas y sujetas a restauración dentro de la reserva ecológica del Pedregal de San Ángel, con la cual obtuvo mención honorífica en el certamen “Premio Carlos Enrique Chávez Solís” 2021. 

Con la tutoría del doctor Zenón Cano Santana, responsable del Laboratorio de Interacciones y Procesos Ecológicos de la FC, logró identificar 92 especies en la zona estudiada y en El Molotito reconoció que tienen sus actividades 33 especies de aves de 15 familias. 

Figueroa Aquino —quien estudia actualmente el posgrado en Filosofía de la Ciencia en la UNAM— explicó que el proceso de restauración requiere de un monitoreo constante para poder evaluar el avance de las zonas que se están tratando de restaurar, de ahí la relevancia de su investigación. 

De esta forma estudió cuatro áreas que están en restauración y las comparó con otras cuatro áreas conservadas. Su estudio se enfocó en las aves, las cuales se encuentran estrechamente relacionadas con la vegetación en las zonas, por lo que los cambios de vegetación pueden ofrecer respuestas en la población de aves. La comunidad de aves son las diferentes poblaciones de especies de aves que comparten espacio y tiempo, en este caso, el espacio del pedregal. Estas poblaciones interactúan de muchas formas dando lugar a una estructura que caracteriza a la comunidad.

 “Lo que hice fue monitorear las especies de aves que se encuentran ahí y también la relación que tenían las aves con las plantas. Para ello observaba con los binoculares e identificaba a las especies; a su vez, trataba de ver qué estaban haciendo las aves con las plantas, si estaban consumiendo alimentos de los árboles, si sólo estaban descansando, si ahí tenían sus nidos, etcétera”. 

Todo ello le ofreció información para ver qué relación tenían las aves con las zonas de acuerdo a la vegetación. De esta forma logró identificar 92 especies de aves, de las alrededor de 148 especies que se han registrado en la reserva ecológica del Pedregal de San Ángel. 

El eucalipto y las zonas sujetas a conservación

En el proceso de restauración se requiere eliminar las especies vegetales o animales que puedan estar afectando las zonas. Figueroa Aquino encontró que el árbol de eucalipto (Eucalyptus camaldulensis), el cual es una especie introducida de origen australiano y tiene efectos dañinos a las vegetaciones que se encuentran cerca de ellos, se ha convertido en uno de los árboles predilectos para las comunidades de aves de las zonas sujetas a restauración. 

“Los eucaliptos afectan la vegetación por lo que decidieron eliminarlos y tratar de restaurar y conservar esta zona que tiene una vegetación muy particular al ser producto de la erupción del volcán Xitle, la cual apenas empieza a salir de esta roca volcánica, por eso el tipo de sustrato y por eso la vegetación es bastante resistente a las condiciones de suelo. En este momento tenemos vegetación de matorral xerófilo”. 

Encontró entonces que las aves se estaban asociando a los eucaliptos muy fuertemente y que la mayoría tenían preferencia por esta especie. Los eucaliptos proveen una altura  mayor que la del resto de la vegetación, lo que parece les gusta a las aves.  

“Esta situación es problemática, porque si se eliminan los eucaliptos podría disminuir la diversidad de aves. Entre los resultados que encontré fue que en las zonas conservadas hay menor diversidad de aves que en las zonas donde hay eucaliptos, que son las zonas sujetas a restauración”. 

Para Figueroa Aquino, es aquí donde surge el dilema sobre qué es lo que se quiere lograr: mayor diversidad de aves o eliminar los eucaliptos para tener zonas conservadas. 

“Hay que tomar decisiones y deberían estar enfocadas a que estos espacios recuperen sus funcionalidades ecosistémicas, que sigan siendo espacios de respiración, de eliminación de todas las toxinas que la ciudad produce y que puedan disminuir o amortiguar, proveer agua, o ser áreas de estudio e investigación. La decisión es compleja, además de que es costoso eliminar los eucaliptos”. 

Los resultados de su investigación tienen dos ejes importantes. El primero es que las aves se encuentran fuertemente asociadas a los eucaliptos, y el segundo es que identificó una mayor diversidad de aves en zonas sujetas a restauración, es decir, en zonas que presentan eucaliptos, que tienen mayor paso de personas, donde hay basura; a diferencia de las zonas conservadas, en donde encontró menor número de especies de aves. 

No obstante, señala que cada zona ha llevado un tipo de restauración distinta; unas han tenido restauración activa, lo que quiere decir que se han eliminado las plantas invasoras constantemente y se ha introducido vegetación nativa, y el otro tipo es la  restauración pasiva, en la que sólo se introduce un elemento que podría darle las condiciones para restaurar el espacio, como por ejemplo sólo agregar sustrato volcánico, como una de las zonas que estudió.

“Parece que la restauración pasiva ha favorecido más que la restauración activa. Aunque se tiene que ver dónde se encuentra localizada cada una de las zonas. Además, hay una dimensión de seres vivos, por lo que a lo mejor este estudio refleja que los eucaliptos funcionan para las aves, pero no necesariamente para las plantas, mamíferos, insectos, y en el Laboratorio del doctor Zenón se dedican justamente a estudiar estos diferentes grupos de especies, para saber que decisión tomar al respecto”. 

Con el tiempo y sus observaciones, la vista Mariana Figueroa Aquino se fue afinando porque aprendió cada vez más a identificar a algunas aves. Los colibrís fueron una de sus favoritas, aunque se le hacía muy complicado identificar cada especie por su rapidez y tamaño. 

“Me gustó mucho trabajar con aves. Mi interés siempre ha sido tratar de hacer algo que aporte a la conservación del medio ambiente, por eso elegí el tema de ecología.  Si bien las aves no nos van a poder indicar todo lo que necesitamos saber para la conservación, sí aportan información relevante. Ha sido muy bueno tener este reconocimiento en el concurso, pero lo que me gustaría es que mi trabajo pueda tener una incidencia en la toma de decisiones del Pedregal de San Ángel”. 

El Pedregal 

Se conoce como Pedregal al territorio de 80 km2 que cubrió la lava del volcán Xitle (xictli=ombliguito en Náhuatl) y conos adyacentes, los cuales hicieron erupción hace alrededor de 1670 años (año 280 de nuestra era). Esta extensión de roca volcánica, ubicada al suroeste de la Cuenca de México, cubrió desde las faldas del Ajusco hasta lo que hoy es la Avenida Miguel Ángel de Quevedo, probablemente haciendo contacto con el Lago de Texcoco. 

Se considera que al momento de la erupción, la cultura Cuicuilca ya estaba en decadencia, y este evento geológico daría fin a los vestigios que aún quedaban, quedando sepultado bajo la hirviente lava el centro ceremonial más importante del Preclásico.